En una cazuela, calentar la leche con el azucar y la rama de canela (o canela molida). Cuando está llegando a punto de ebullición, quitar del fuego. Quitar la rama de canela, y verter la leche en un plato hondo.
Batir los huevos en un plato hondo.
Cortar la barra de pan en rodajas de 2 o 3cm.
Empapar las rodajas en la leche, ambas caras. Dejarlas empapar suficiente para que el pan sea completamente mojado, pero no demasidado para que las rodajas no se desmiguen y la rodaja pierde su forma.
Una vez empapadas, bañar las rodajas en los huevos, cubriendo cada trozo.
En una sartén, calentar el aceite a fuego medio, y freir cada rodaja por ambas caras, hasta que coja un color dorado. Si lo está haciendo una rodaja a la vez, tener cuidado de no dejar las rodajas en la leche demasiado tiempo mientras hace otras cosas (si, habla la experiencia!)
Cuando ya doradas, poner las rodajas encima de papel de cocina para absorber el exceso de aceite. También se puede tocarlas ligeramente por encima con papel de cocina, para absober más exceso de aceite.
En un plato, mezclar azúcar con canela. Revolcar cada rodaja en la mezcla, cubriendo todas las caras.
¡Que aproveche! Mejor comerlas dentro de un día o dos (aunque vamos, dudo que duren tanto!)